Liquidez estratégica: el plan de EE.UU. para crecer sin China

Liquidez estratégica: el plan de EE.UU. para crecer sin China

Estados Unidos está intentando hacer algo que, sobre el papel, parece casi imposible: crecer por encima de 3% anual, reducir su dependencia de China y, al mismo tiempo, evitar una nueva ola inflacionaria como la de 2021–2022. La clave no es un nuevo QE clásico de la Reserva Federal, sino una mezcla mucho más sofisticada de plomería de liquidez, política industrial y uso estratégico del balance público.

En el centro de esta historia aparecen piezas que, vistas por separado, parecen técnicas y aburridas: ajustes al eSLR, auge de las stablecoins, final del QT, la Office of Strategic Capital (OSC) del Pentágono, la Misión Génesis de la IA, la posible salida de Fannie Mae y Freddie Mac del congelador y el famoso “Big Beautiful Bill”. Pero juntas dibujan un nuevo régimen de liquidez que favorece tanto a Wall Street como a Main Street, y que abre oportunidades muy concretas para empresas como MP Materials y D.R. Horton.

De la plomería de la liquidez al nuevo “QE técnico”

El primer paso para entender esta nueva etapa es aceptar que el problema de Estados Unidos hoy no es que “falte dinero”, sino que la plomería que reparte la liquidez está desajustada. El régimen de reservas abundantes que nació tras la crisis de 2008 se ha ido deshilachando: la combinación de la facilidad de repos a un día, el ON RRP y un SLR muy exigente ha creado un mundo donde sobran reservas en el agregado, pero muchas veces faltan justo en el balance de los dealers que deberían dar profundidad al mercado de Treasuries.

Cuando el SLR penaliza demasiado los activos considerados “seguros” en los libros de los grandes bancos, estos reducen su apetito por intermediar bonos del Tesoro y repos. El resultado es un mercado más frágil, más propenso a episodios de iliquidez y con spreads que se abren justo cuando más se necesita estabilidad. Aquí entra el primer giro de esta administración: ajustar el marco regulatorio aprobando el eSLR para liberar capacidad de balance en Treasuries y repos sin tener que inundar el sistema con más M2.

A la vez, el auge de las stablecoins respaldadas por T‑bills se convierte en un nuevo jugador estructural. Cada dólar que el mundo cripto estaciona en una stablecoin bien respaldada es, en última instancia, demanda recurrente de letras del Tesoro y repos de muy corto plazo. Es una forma de crear liquidez de mercado —profundidad en la curva corta y financiación barata para el Tesoro— sin necesidad de que el sistema bancario tradicional cree más depósitos y sin inflar de golpe los agregados monetarios.

Sobre esa base regulatoria y de demanda estructural llega la segunda pieza: el fin progresivo del QT y el nacimiento de lo que muchos ya llaman un “QE técnico”. La Reserva Federal no está preparando un nuevo programa masivo de compras de activos al estilo 2020, pero sí se está moviendo hacia un esquema en el que, a través de repos a plazo y operaciones de gestión de reservas, va a tener que inyectar cientos de miles de millones de dólares en reservas durante los próximos años para mantener estable el sistema. No es un QE de emergencia, sino un mantenimiento programado del régimen de reservas amplias.

La combinación es sutil pero potente: más capacidad regulatoria para que los bancos intermedien Treasuries, una base de demanda estructural vía stablecoins y un QE técnico que evita accidentes de liquidez. En lugar de abrir la manguera como en 2020, el Tesoro y la Fed se han puesto a cambiar tuberías. Sobre esa plomería renovada se construye todo lo demás.

Independencia de China

El segundo movimiento es entender que esta vez la liquidez no se quiere quedar dando vueltas dentro de Wall Street. El objetivo político explícito es utilizarla para reforzar sectores estratégicos, elevar la productividad y reducir la dependencia de China en puntos críticos de la cadena de suministro. Aquí entran dos actores clave: la Misión Génesis de la inteligencia artificial y la Office of Strategic Capital (OSC) del Departamento de Defensa.

Misión Génesis es, en la práctica, un Proyecto Manhattan de la IA. La administración ha decidido tratar a los modelos de frontera y a su infraestructura como campeones nacionales: se les protege, se les financia y se les integra en una estrategia industrial de largo plazo. Eso implica un ciclo de capex gigantesco en data centers, redes eléctricas, semiconductores avanzados, software y robótica. El mensaje es claro: si el futuro va a ser algorítmico, Estados Unidos quiere que los algoritmos corran sobre hardware y energía made in USA.

La OSC es la pieza que conecta ese objetivo con el capital. Esta oficina, creada en 2022 dentro del Pentágono, no reparte subvenciones tradicionales, sino que actúa como un banco de desarrollo estratégico: identifica empresas en sectores críticos —minerales raros, semiconductores, energía avanzada, espacio— y las conecta con financiamiento privado apoyado por garantías, préstamos directos o incluso participaciones accionarias del propio Estado. Es liquidez, sí, pero liquidez quirúrgica, dirigida a aumentar la oferta de bienes clave en lugar de inflar el precio de los activos financieros.

Un ejemplo perfecto de este modelo es MP Materials. La compañía opera la mina de tierras raras de Mountain Pass en California y está invirtiendo fuertemente en procesamiento y fabricación de imanes permanentes. Durante décadas, Estados Unidos externalizó esta cadena a China, aceptando una dependencia incómoda a cambio de costes más bajos. La apuesta actual va en dirección contraria: el Departamento de Defensa, apoyado por la OSC y otros programas, se ha convertido en accionista relevante y ha facilitado financiación para que MP cierre el círculo, desde el mineral hasta el imán final.

Si la tesis estratégica que describimos se confirma, MP Materials puede convertirse en la “Nvidia” de las tierras raras dentro del bloque occidental: un proveedor casi obligado de un input crítico para vehículos eléctricos, turbinas eólicas, motores industriales, drones y sistemas de defensa. Y todo ello en un contexto en el que la liquidez pública ya no entra vía QE masivo, sino vía capital y préstamos dirigidos. A nivel cuantitativo, hoy MP presenta un Piotroski F‑Score de 5 sobre 9, un nivel típico de una empresa financieramente estable, con margen para mejorar a medida que maduren sus proyectos y se estabilice el ciclo de precios de los metales.

La belleza de este enfoque es que también es antiinflacionario. Cada dólar de capital que se canaliza hacia MP y compañías similares es un dólar que reduce la probabilidad de un shock de oferta provocado por Pekín. Menos riesgo de que China cierre el grifo de tierras raras significa menos riesgo de inflación importada en toda la cadena de valor de la transición energética y la IA. Es el tipo de crecimiento que le gusta a Scott Bessent: crecimiento impulsado por inversión productiva y seguridad de suministro, no por crédito fácil indiscriminado.

Al mismo tiempo, el otro vector de independencia se juega en los semiconductores. Aunque la operación de equity en Intel no pasó directamente por la OSC, sino por el Departamento de Comercio y los fondos del CHIPS Act, la lógica es idéntica: convertir subvenciones en capital permanente y blindar la capacidad doméstica de fabricar chips avanzados. Misión Génesis, la OSC y el CHIPS Act forman, juntos, una red que canaliza la nueva liquidez hacia la columna vertebral tecnológica de Estados Unidos.

De Wall Street a Main Street

Todo esto sería solo una gran historia de geopolítica y tecnología si no llegara a la economía real. Pero el tercer paso de esta estrategia está pensado precisamente para que el crecimiento se sienta en Main Street, no solo en los múltiplos de las megacaps. Y ahí el protagonista es la vivienda, con tres piezas que se entrelazan: la salida parcial de Fannie Mae y Freddie Mac del congelador, el Big Beautiful Bill y la reacción de los grandes constructores como D.R. Horton.

Fannie y Freddie llevan desde 2008 en conservatorship, una especie de limbo en el que el Estado controla su destino, drena sus beneficios y al mismo tiempo las utiliza como canal principal del crédito hipotecario. La agenda actual apunta a una resurrección parcial vía nuevas emisiones, re‑listing en bolsa y ventas progresivas de participaciones. No es un proceso rápido ni lineal, pero el mensaje importa más que el calendario exacto: el sistema hipotecario quiere recuperar algo de normalidad, con reglas claras y un float más amplio en el mercado de MBS.

Si se consigue reducir la incertidumbre regulatoria alrededor de Fannie y Freddie, combinándolo con una plomería de Treasuries más robusta y una curva menos volátil, el resultado lógico a medio plazo es un estrechamiento de spreads hipotecarios. Puede que la Fed no vuelva a llevar la hipoteca a 3%, pero sí puede facilitar que una hipoteca al 6% deje de sentirse asfixiante si los salarios suben, el empleo se mantiene fuerte y los costes de financiación de las GSEs bajan de forma estructural.

Ahí es donde entra el Big Beautiful Bill, el gran paquete fiscal de la administración que combina extensiones de recortes de impuestos con incentivos dirigidos a las rentas medias y trabajadoras. Más renta disponible, deducciones mejor diseñadas y cierta estabilidad regulatoria reducen la fricción para que una familia dé el salto del alquiler a la compra. El Tesoro financia este impulso con más emisión de deuda, pero esa emisión se encuentra con una demanda robusta: desde los fondos monetarios y las stablecoins hasta los bancos que ahora tienen más margen regulatorio para sostener Treasuries en balance.

Si sumas todo —plomería de liquidez, mercado de MBS más claro, Big Beautiful Bill— aparece el tercer beneficiario natural de esta tesis: los grandes constructores de vivienda. Entre ellos, D.R. Horton destaca como un “proxy” directo de este nuevo régimen. DHI lleva años enfocada en vivienda unifamiliar para segmentos de entrada y de mejora, justo donde más se va a notar cualquier alivio en condiciones financieras. Sus cifras cuentan una historia interesante: un crecimiento sólido de ingresos a cinco años, un endeudamiento moderado y un Piotroski F‑Score de 5 sobre 9, que sugiere un balance razonablemente sano y un negocio capaz de navegar ciclos.

En un escenario donde las hipotecas siguen siendo más caras que en la década anterior, pero ya no paralizan al comprador, D.R. Horton no necesita tipos al 3% para crecer. Le basta con un entorno de empleo robusto, spreads hipotecarios algo más contenidos y una demanda estructural de vivienda que sigue ahí tras años de infrainversión. Si además la inflación de materiales se modera gracias a la estrategia de independencia de China en minerales y chips, su margen bruto tiene espacio para estabilizarse o incluso mejorar.

Visto desde arriba, el patrón es claro. Arriba del todo, la OSC y las inversiones tipo MP Materials e Intel reducen los puntos de vulnerabilidad frente a China. En el medio, Misión Génesis y la plomería de la liquidez convierten esa seguridad en un ciclo de capex en IA y manufactura que impulsa el ISM de vuelta por encima de 50. Abajo, Fannie, Freddie, el Big Beautiful Bill y los grandes constructores como D.R. Horton transforman ese impulso en empleo, viviendas y consumo local. Es una cadena coherente que puede entregar lo que Bessent promete: crecimiento superior al 3% con inflación contenida y un Estados Unidos menos rehén de la próxima decisión de Pekín.

Dos nombres para estudiar dentro de esta narrativa

Nada de esto es una recomendación de inversión personalizada, pero sí una hoja de ruta para investigar oportunidades. Si esta tesis de liquidez estratégica, independencia de China y reactivación del housing se materializa, MP Materials y D.R. Horton son dos candidatos naturales a beneficiarse.

MP es la apuesta por el upstream: las tierras raras y los imanes que alimentan la transición energética, la IA y la defensa, con el apoyo explícito del Estado y un Piotroski F‑Score de 5/9 que sitúa su salud financiera en zona intermedia pero estable. D.R. Horton es la jugada downstream: la empresa que convierte hipotecas ligeramente más amables y mayor renta disponible en casas nuevas y barrios vivos, también con un Piotroski de 5/9 que refleja una estructura financiera sólida para capear el ciclo.

En un mundo donde las narrativas macro cambian cada semana, esta combinación de liquidez quirúrgica, capital estratégico y housing podría ofrecer algo mucho más valioso que un simple rally táctico: un nuevo régimen en el que el crecimiento de Estados Unidos sea más rápido, menos inflacionario y, sobre todo, menos dependiente de China. Para el inversor que mira más allá del próximo dato de inflación, es una historia que merece ser seguida de cerca.

_____________________

ℹ️ Descargo de responsabilidad (léelo con calma)

Este contenido es informativo y educativo. No es asesoría financiera ni una recomendación para comprar o vender valores. Invertir en mercados implica riesgos, incluido el de pérdida total del capital.

Te invitamos a hacer tu propia investigación (DYOR), contrastar fuentes y evaluar tu perfil de riesgo y horizonte de inversión antes de tomar decisiones. Podemos estar invertidos (o no) en algunos de los activos, acciones o ETFs mencionados al momento de publicar; esto no debe interpretarse como recomendación personalizada.

Si necesitas orientación específica, consulta a un asesor financiero autorizado en tu jurisdicción. ¡Gracias por leernos y por invertir tiempo en tu educación financiera! 🙌